Cuentos con un hálito especial
18/11/2009Publicado en El placer de la lectura (blog)
Dice Edmundo Paz Soldán en la contraportada del libro que“Si Giovanna Rivero fuera una escritora mexicana, hace tiempo que estaría publicando en alguna de las editoriales españolas más consolidadas y conocidas; si una argentina, ya habría ganado un par de premios importantes y habría sido traducida al francés o al alemán, como no lo es, las cosas tardan más de lo que debieran”. Nosotros desde El Placer de la Lectura queremos dar un empujoncito para las cosas sean como deben ser.
Y es que sus cuentos gozan de un hálito especial que -nos guste o no- los eleva literariamente por encima de lo normal. Cada uno de ellos tiene una catalogación diferente, unos pueden pertenecer a un realismo sucio contemporáneo, otros se enmarcan entre la fantasía y el miedo, mientras algunos quedan en el ámbito doméstico de la crítica social y política. Todos ellos son impactantes, son un mazazo a las conciencias actuales, un golpe a la modernidad desde ella misma señalando sus defectos pero sin aventurar soluciones, con un marcado determinismo del que sólo son capaces de salir con uñas y dientes sus personajes.
Hablemos de ellas: todas sus protagonistas son mujeres de mayor o menor edad. Y todas ellas son víctimas, principalmente de los hombres, pero también de ellas mismas y su condición femenina. Sin embargo, luchan, se revuelven y se vengan, gozan en su lucha por cambiar el destino que les ahoga… y lo consiguen. El personaje de Medusa triunfa, el de Así, nena aún más, Madame Palas, la kioskera de Perro callejero y la viuda no se resignan, Liliana parece perdida pero sus recuerdos le animan. Únicamente en los relatos extractados de Tukson, historias colaterales todo parece perdido… ¿o quizás no?
Por tanto es inevitable decir que la boliviana Rivero escribe por y para mujeres, para mujeres luchadoras, pero no para la que triunfan en la vida y en los negocios, no, para las que luchan con sus novios, sus maridos, sus hijos, sus jefes y el resto de machos que les atosigan, ningunean y machacan año tras año; escribe para ellas clarito, sin tapujos, a veces sin decoro, por que la vergüenza no es de ellas sino de los hombres que están detrás.
Un homenaje a la mujer luchadora de parte de otra que tendrá que seguir –esperamos que poco- peleando por hacerse un hueco en la literatura en castellano.
Por cierto, Pepo Paz y Bartleby merecen nuestra enhorabuena por poner a nuestro alcance títulos como este y además rodearlos de un medio físico excelente, con una calidad de papel especial, el color y gramaje exactos y la fuente perfecta para que por lo menos el lector habitual disfrute plenamente.