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Mississipi a bordo de una pick-up, ¿vienes? 14/03/2011Publicado en Top Lecturas (Blog)



No puedo hablar de la obra de Brown sin empezar por el principio. Antes que llegara ese principio, en realidad.

Todo comienza cuando Luis Ingelmo (traductor de Amor malo y feroz) ve una película en el cine. Le impresiona e investiga hasta saber que está basada en el libro que un tal Larry Brown escribió en 1990. Lo leyó y le encandiló hasta el punto de decidir traducirlo a castellano y mostrarlo ante las editoriales. El camino no fue fácil- al igual que narra uno de los relatos de Brown- hasta que compartió la idea con Pepo Paz – de Bartleby Editores- que decide, a priori, hacer un experimento con la obra. Se creó una edición cuando el texto estaba en proceso de relectura y corrección que se envió a libreros para someterla a juicio.

Amor malo y feroz se ganó el beneplácito de los que lo leyeron. Tanto entusiasmó a estos primeros lectores que el pasado 4 de octubre llegó, por fin,  a las mesas de novedades de varias librerías españolas. Ahora sí, empieza la sesión de humor negro que os encontraréis en los textos del -no se le puede llamar de otra manera-Señor BROWN.

Este volumen contiene una colección de 10 relatos en los que se desarrolla la obsesión en todas sus formas: la bebida, el sexo, el amor, la soledad, la literatura, los remordimientos o la misma muerte. Estos relatos son, como dice una amiga mía, un cúmulo de despropósitos que Brown narra con pericia.

Todos los relatos están ambientados en Mississippi, escenario perfecto de la América profunda. Sus protagonistas conducen las famosas camionetas pick-up por carreteras secundarias mientras beben las cervezas que siempre llevan en el maletero y escuchan a Thin Lizzy.

Se emborrachan casi a diario, fuman mucho, no encuentran el amor, han perdido el que tenían e, incluso, pasan temporadas en la cárcel. Todo contado con el vocabulario curtido del que condujo por esas mismas carreteras secundarias de Mississippi.

Brown no escatima en detalles -a veces grotescos pero necesarios en este caso- cuando nos trasmite la esencia de la América más sureña, redescubriendo-para los que perdieron esa visión- que las cosas son como son , de hecho, siempre fueron así.

Las historias se suceden sin tener nada en común, aunque compartiendo la necesidad de esperanza y redención.

“Esperar a las mujeres” relata la vida de un hombre que pierde el norte cuando su mujer le cuenta que un exhibicionista se le ha presentado cuando volvía a casa. Hace su propio retrato robot con ayuda de ésta y sale a la calle, desesperado por encontrar al desinhibido que va enseñando el culo por ahí.

En “92 días” leemos la situación de stand-by de un escritor que ansía ver publicados sus escritos y al que su mujer ha abandonado por “vago”, por “sólo” dedicarse a escribir sin, realmente, conseguir nada con ello. Se llega a visualizar la soledad del cuarto de Leon, el protagonista, mientras rozando la borrachera intenta pulir su estilo. Envía decenas de textos que reescribe a editoriales de las que solo obtiene cartas de rechazo.

Una tras otra.

Una tras otra.

Y se le acaba el dinero. Y no puede comprar más cerveza. Termina por aguantar a otros borrachos a cambio de unas birras porque se ha dado cuenta que es la única manera que tiene de sobrevivir.

En “La aprendiza” se narra la historia desde el punto de vista de un hombre que vive y sufre la obsesión de su mujer por escribir.  Este relato habla, básicamente, de la desesperación que siente el protagonista ante la persistencia de su esposa, aunque llega a acostumbrase a coger el sueño con el sonido de las teclas de la máquina de escribir de ella, que son las mismas que le despiertan al día siguiente.

Observé, leyendo “Disciplina”, una vuelta de tuerca más a las desventuras del protagonista, alguien que copia textos de otro. El escritor protagonista es encerrado en una cárcel para autores. Ha plagiado. Allí se le obliga a escribir y someter sus textos a corrección por parte de sus carceleros (los editores que buscan pistas de plagio), entre otros castigos.

Sólo he dejado una muestra de lo que hay en la tripa del Amor malo y feroz de Brown.

Pon a enfriar las cervezas en el maletero de tu pick-up y vámonos a dar una vuelta por las secundarias… pararemos en un par o dos(o más) de bares de carretera, miraremos cómo se desnudan las bailarinas enroscándose en una barra americana y, si podemos, volveremos pronto a casa…

No te escandalices…  Jura que no sabías que esto pasaba. Ah! Y tráete un CD de Lizzy para experimentar la vida  como Brown nos ha contado que se vivía por allí.

LAURA MUÑOZ

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