Apúntate a nuestro boletín para conocer las novedades Bartleby de primera mano. Sólo tienes que introducir tu correo electrónico aquí:
Te mantenemos al día de la actualidad literaria en este resumen de destacados. También puedes visitar la sección de prensa completa.
# 05/07/2023 Presentación en librería La Guarida (cercedilla) El próximo sábado 15 de julio la poeta Ana Pérez Cañamares presentará en Cercedi ... # 05/11/2014 Presentación en Madrid 6/11 Enclave de Libros Manuel Rico, director de la colección Bartleby Poesía, y la autora, Cris ... # 19/06/2014 2ª edición de "En legítima defensa" Con una gran afluencia de público se realizó en el café La Cantonada la presentación en Tarragona ... # 17/12/2013 Presentación "Sagrado Corazón 45" en Madrid El 17 de diciembre a las ocho de la tarde presentaremos Sagrado Corazón 45, primer títul ... # 04/03/2013 Presentación en La Buena Vida (Madrid) 5/03/13 Presentamos en Madrid, en la Librería La Buena Vida (metro Ópera), la primera obra del actor y mú ...Viene de: Portada>Prensa
Un libro para leerse y disfrutar, necesario porque este realismo sucio viene cargado de crudeza y ternura
15/01/2011Publicado en Cuadernos del Sur (Diario Córdoba)
Lo que tarda uno en leer el primer relato es el espacio de tiempo en que detectamos que estamos ante un escritor genuino, con un agudo ingenio para mostrarnos la América profunda y sucia, aquello que fue leit motiv para otras generaciones de escritores como la Generación Beat o posteriores que han reivindicado ese mundo olvidado de una América oscura y vital a un tiempo. Nos suena cierta influencia de Bukowski, quizás algo también de Raymond Carver, sin embargo, no nos llevemos a engaños, en esta serie de relatos hay una voz propia: la de Larry Brown.
El paisaje de situaciones y personajes que van desfilando por estos relatos refleja esa América descarnada, reflejo de vivencias de las que quizás el autor sienta cercanía –autobiográfica– en no pocos momentos. Anécdotas aparte, el estilo de Brown directo, conciso, con gente de la calle que vive situaciones que llegan al límite, y justo cuando se abre un rayo de luz, acaba por desaparecer éste. La esperanza surge, casi al final del relato, pero acaba, casi siempre, en un espejismo. Quizás uno de los relatos que mejor resumen y condesan su estilo narrativo sea 92 días, aunque no es el único. En él el personaje principal reúne esa insatisfacción personal, y ese dejarse llevar cuando la situación empeora sin remisión, aunque en el último instante una carga de lucidez le hace virar a tiempo. Cerca del precipicio, pero sin caer. El vértigo se huele, esa desesperación porque las cosas no son como uno imagina o desea, y el aparente estado de felicidad lo da el alcohol.
La angustia del escritor queda muy bien reflejada, ese querer hacerse oír en el mundo editorial pero sin suerte, seguir intentándolo a pesar de las continuas adversidades, no desistir, escribir y escribir, con las temporadas altas y las bajas en cuanto a rendimiento. El escritor frente a sí mismo, frente al papel, y el resto de planos de su vida sobrepasándole, desbordándole. El amor también merodea por casi todos los relatos, con un sentimiento de fiereza, y sobre todo no de medias tintas, convirtiéndose en columna vertebral de éstos. Ese punto de desesperanza que aborda a casi todos los personajes, y el manejo del lenguaje, sin concesiones, pero con elegancia, sabiendo marcar los tiempos de acción y también de sosiego, de reflexión, nos definen con claridad una tipología de personajes que guardan ciertos aspectos en común.
Un libro para leerse y disfrutar, necesario porque este realismo sucio viene cargado de crudeza y ternura, de personajes que se buscan a sí mismos, perdidos en la noche, el alcohol, trabajos esporádicos, en el camino de una vida azarosa, en el que la escritura es la única estrella a seguir.
CRISTIAN BARVADO
Lo que tarda uno en leer el primer relato es el espacio de tiempo en que detectamos que estamos ante un escritor genuino, con un agudo ingenio para mostrarnos la América profunda y sucia, aquello que fue leit motiv para otras generaciones de escritores como la Generación Beat o posteriores que han reivindicado ese mundo olvidado de una América oscura y vital a un tiempo. Nos suena cierta influencia de Bukowski, quizás algo también de Raymond Carver, sin embargo, no nos llevemos a engaños, en esta serie de relatos hay una voz propia: la de Larry Brown.
El paisaje de situaciones y personajes que van desfilando por estos relatos refleja esa América descarnada, reflejo de vivencias de las que quizás el autor sienta cercanía –autobiográfica– en no pocos momentos. Anécdotas aparte, el estilo de Brown directo, conciso, con gente de la calle que vive situaciones que llegan al límite, y justo cuando se abre un rayo de luz, acaba por desaparecer éste. La esperanza surge, casi al final del relato, pero acaba, casi siempre, en un espejismo. Quizás uno de los relatos que mejor resumen y condesan su estilo narrativo sea 92 días, aunque no es el único. En él el personaje principal reúne esa insatisfacción personal, y ese dejarse llevar cuando la situación empeora sin remisión, aunque en el último instante una carga de lucidez le hace virar a tiempo. Cerca del precipicio, pero sin caer. El vértigo se huele, esa desesperación porque las cosas no son como uno imagina o desea, y el aparente estado de felicidad lo da el alcohol.
La angustia del escritor queda muy bien reflejada, ese querer hacerse oír en el mundo editorial pero sin suerte, seguir intentándolo a pesar de las continuas adversidades, no desistir, escribir y escribir, con las temporadas altas y las bajas en cuanto a rendimiento. El escritor frente a sí mismo, frente al papel, y el resto de planos de su vida sobrepasándole, desbordándole. El amor también merodea por casi todos los relatos, con un sentimiento de fiereza, y sobre todo no de medias tintas, convirtiéndose en columna vertebral de éstos. Ese punto de desesperanza que aborda a casi todos los personajes, y el manejo del lenguaje, sin concesiones, pero con elegancia, sabiendo marcar los tiempos de acción y también de sosiego, de reflexión, nos definen con claridad una tipología de personajes que guardan ciertos aspectos en común.
Un libro para leerse y disfrutar, necesario porque este realismo sucio viene cargado de crudeza y ternura, de personajes que se buscan a sí mismos, perdidos en la noche, el alcohol, trabajos esporádicos, en el camino de una vida azarosa, en el que la escritura es la única estrella a seguir.
CRISTIAN BARVADO