El canto de la mujer errante
06/01/2011Publicado en Heraldo de Aragón
Marifé Santiago es partidaria de la cultura, de la educación y la alegría, aunque un hilo de oro y de nostalgia atraviese casi todos sus libros. ‘La canción de Ruth’ empieza así: “En el Cuerno de Oro, mi nombre es Nostalgia”. Se siente afín a Gamoneda, a José Angel Valente, a María Zambrano, al “bienaventurado” Rafael Dieste, aquel que escribió un delicioso cuento casi infantil que se llamaba ‘Estreliña’, una niña con trenzas que tal vez llevase en la frente una estrella, como la criatura de Manuel Curros Enríquez, el poeta cívico de Galicia.
Marifé Santiago es poeta, narradora, pensadora y pariente consanguínea en letras y sueños de Virginia Woolf y de Marina Tsvietaieva, sobre todo. Aquella mujer “libre e indefinida” que murió en un campo de concentración y que escribió hermosos y doloridos poemas, cartas arrebatadas. Tsvietaieva es muy importante en la nueva novela de Marifé: es un referente, una sombra, un ideal de poesía y de vida, como lo es también la bailarina Isadora Duncan. Las dos, Marina e Isadora, son evocadas a lo largo del libro una y otra vez: son un modelo, viven el misterio de la creación y sucumben en cierto modo al misterio de la fatalidad.
Marina e Isadora serán recordadas por la bisabuela de Ruth, la joven arquitecta que cuenta. Esa joven arquitecta que tiene un sueño especial: construir casas bellas para que la gente sea feliz. Y acabará construyendo un cementerio en forma de estrella en León. Marifé Santiago es madrileña, con antepasados en León e hija de maragato. León y Extremadura, como Moscú y Budapest, como Madrid y Valencia son los escenarios de una novela que propone un viaje a los lugares centrales del siglo XX: la aparición del nazismo, la Guerra Civil española, la persecución judía y el Holocausto.
Ecos de la Biblia
Pero también es un libro escrito sobre otros libros, un libro escindido de La Biblia –aquí aparecen los éxodos, Herodías bailando con la cabeza cortada en una bandeja, Esther o la citada Ruth del título de la novela-, de ‘El Zohar’ hebreo y de ‘El libro del esplendor’ de Moisés de León.
‘La canción de Ruth’ funciona como un manual filosófico sobre la identidad, la memoria, la búsqueda de un lugar en el mundo; no en vano está estructurada en forma de tratados filosóficos, que tiene también su porción de libro de los arcanos o de la alquimia. Los arcanos del existir. La alquimia de las relaciones humanas.
Por ejemplo, en el segundo tratado se “comentan algunos fragmentos del origen”, el sexto está dedicado a los ángeles, y hay otros, por ejemplo, sobre “los misterios del alma”, “los destinos del alma” o las “revelaciones celestiales”. El último, de “comentarios al ‘Cantar de los cantares”, también sugiere que este también es, esencialmente, un libro de amor, de afectos, de besos, de complicidades.
Teniendo en cuenta que es un libro poliédrico, de estructura compleja, que despliega una escritura lírica amasada con fogonazos de filosofía, hemos de añadir que también es una novela basada en los cuentos orales, en la leyenda, en los cuentos de hadas, en las canciones, en los secretos de familia. Por haber hasta hay un capítulo de oraciones. Y hay un episodio cíclico de cuentos mongoles, entre ellos la vida y las aventuras de Gengis Khan.
‘La canción de Ruth’, si bosquejamos el argumento algo más, cuenta una apasionante historia de una familia judía que sufre en su carne el drama de la historia y eso desemboca en las tragedias íntimas, recurrentes y corales. Es un libro dramático y tierno a la vez, un manifiesto contra el olvido, una evocación del dolor para asumirlo para siempre y para asumir el pasado, la identidad, los enigmas de estirpe. Marifé convierte a las mujeres de esta familia en protagonistas de una narración vibrante, conmovedora, polifónica. Esta es una novela de mujeres. La historia la protagonizan la bisabuela, planchadora o modista; la abuela, la madre Catalina y la tía Basilisa, tan importante en la historia, y la joven Ruth, que oye una canción que es como una melodía de fondo durante toda la narración.
Una mirada de mujer
Y todo el libro se articula también como una vindicación de una mirada de mujer. Para ellas León es glacial y está vinculado a la nieve y a la aspereza del páramo; Valencia es la luz mediterránea y de la esperanza de la II República; Madrid es el lugar donde se viven y reviven algunos amores tan inolvidables como imposibles; Moscú es el lugar de los cuentos y el lugar donde se inicia el origen del drama. Y también están Tel Aviv o ese lugar de la esperanza que es Sefarad: en cierto modo, Marifé Santiago Bolaños ha escrito una novela sobre la idea del judío errante, de una familia judía que va dando tumbos y tumbos porque en el fondo se ha quedado exhausta y sin matria.
ANTÓN CASTRO