Un texto que interpela con eficacia, que rompe las estructuras manidas del lenguaje y busca lo extraño dentro de la identidad
01/11/2009Publicado en Pata de Gallo (Suplemento Literaturas.com)
La poesía es territorio para el asombro y la extrañeza. Algunos poetas han tenido la rara cualidad de levantar un universo dislocado, simbólico, dentro del cual las categorías más o menos establecidas en la sociedad se ponen en duda y se abisman. No en vano, para ciertos teóricos, una de las señas identitarias de la poesía es su capacidad de extrañamiento, de presentar la inteligibilidad de lo otro, mostrar su razonabilidad, de modo que quedan suspendidas las certezas morales de nuestra aparentemente sólida racionalidad. Al igual que la antropología habla de entrenar la “destreza del extrañamiento” como requisito ineludible para el etnógrafo, podríamos decir que para muchos poetas (no todas las poéticas, claro está, siguen este decurso) esa misma destreza se transustancia en médula de su labor literaria. Como si el desplazamiento, en algún grado, fuera imprescindible para facilitar el movimiento intelectual. Para estos poetas (pienso, por ejemplo, en Vallejo, en Celan, en Gamoneda, en Ashbery) no hay poesía sin extrañamiento, descentración de su propia realidad y de sus categorías de interpretación de la realidad. Mejor lo expresa el argentino Hugo Mújica a propósito de su último libro “La pasión según Georg Trakl: poesía y expiación”: El alma es extraña en la tierra, escribió Trakl, y esa misma extrañeza iba a ser el sendero de su vida. El exilio de no haberla podido encarnar: el ser un extraño en su propia carne. Un extraño de su propia carne. Pues bien, Puerto Rico Digital es, a mi modo de ver, un buen ejemplo de poesía extrañada, descentrada, salida de sí para hallar lo otro. De entrada diremos que este poemario se articula en cuatro partes cuyos títulos ya anticipan, a las claras, que no estamos frente a un libro de factura clásica sino, todo lo contrario, ante un despliegue de universos alucinados y oscuros: Sobre el cielo de Oz, Gladiola digital, La Perla y El tiempo del bambú. Como lector, al abrir el índice y toparme con ese mapa, inmediatamente mis pensamientos se colocan en posición lateral a la espera de un impacto para el que no suelen estar acostumbrados.
Desde los primeros versos, Julia Piera descoyunta el lenguaje para tejer su propia “destreza de extrañamiento”: Cae, cae triste al cruel / brinco / cabeza animal / de otro animal / que seas tú, escrita. Cada poema del libro se enlaza al resto mediante un discurso problematizador, hipnótico, sincopado, ajeno por completo a la inteligibilidad más o menos heredada. Julia Piera, como una especie de nueva heredera de la tradición vanguardista sabe poner en suspenso cada palabra, de modo que su hilatura se construye como una red rota, difícil de acceder desde parámetros mansos.
Puerto Rico Digital parece, ante todo, una bajada en apnea hacia nuevos significados que den cuenta de nuestro propio extrañamiento, de lo extranjero que hay en nosotros mismos, de la imposibilidad de comprender lo que nos circunda sin hacer ese viaje empático hacia lo otro. Pero no se trata de una empatía simplificadora, buonista, sino más bien de un replanteamiento del discurso a partir de las fragilidades de la identidad. No estaríamos ante un poemario identitario. El yo se bifurca, se desdobla, se confunde, se desdice, viaja de un lado a otro de la realidad como una mancha abstracta, nunca como un cuerpo ceñido y sólido. Por eso este libro, a mi juicio, constituye un ejemplo de poesía descentrada, rota en su interior. Pero si hay alguna sección del libro que, particularmente, me parece lograda, esa es La Perla. Ya desde la cita que abre dicha sección se nos informa que lo aleatorio y breve representa. Así que después no es extraño encontrarnos con una voz poblada de múltiples posiciones físicas e intelectuales, que avanza en su “extrañamiento” hasta no ser ya la misma voz, sino otra, más alumbradora de las perplejidades de la cotidianeidad. Lo material, lo digital, la historia, el tiempo, el presente, quedan definitivamente entrecruzados, convertidos en magma textual vivo que dice y se proyecta por sí mismo. Poemas en prosa impagables que no se quedan en una simple latencia intelectual, sino que están preñados de emoción. No degüelles a las iguanas azules. Respiran cuerdas esculpidas en acero, abrigan unos pulmones de oro hilado. Tajo al mercurio en la voz. La carne magnética se funde con el metal precioso. Silencio de fruta y amante blanca. Password: 1.2.3. Chip descodificador de breves sucesos. Corta su entrada de pies de plata. No mires adentro. Ni degüelles a las IGUANAS AZULES. Con este libro Julia Piera consolida una deriva llena de complejidades, de registros, plural y abierta a posibilidades expresivas menos ensimismadas. Un texto que interpela con eficacia, que rompe las estructuras manidas del lenguaje y busca lo extraño dentro de la identidad.
ERNESTO GARCÍA LÓPEZ