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Perra mentirosa 14/10/2010Publicado en Errata de Videoteca (Blog)



De nuevo una pausa ante la ingente cantidad de novedades. Pero esta vez es tan necesaria que olvida la necesidad de seguir el curso editorial del día a día para entrar en esencia en el blog. Todo empezó hace un par de días cuando las erratas, a las que, por otro lado, les comenté que detuvieran la búsqueda de libros pues acabarían con nuestra economía, me hicieron caso omiso y encontraron el título que hoy nos ocupa.

Me comentan que han encontrado una cosa sumamente importante. Como siempre, la palabra la tiene la errata cuerda (a la que empiezo a pensar en llamarla de alguna forma), pero noto como mira a la desviada mientras me habla.
-Os pedí una pausa…¿cómo es que habéis vuelto a salir?
-Eso no importa ahora.
-Sí que importa.

Entonces me hacen callar sacando la portada del libro encontrado. Lo consiguen. Me quedo mirando la portada. En ella, un fotograma congelado de “Rebecca” nos muestra las caras de sorpresa de Joan Fontaine y Judith Anderson. Encima de ellas en tinta roja, el título reza “Perra mentirosa”.

Me asombro…miró a la errata loca. Ella me mira sonriendo y dice: “Anoche soñé que volvía a Manderley”. Lo han conseguido. Han destrozado cualquier objeción a su traición económica (¡otro libro más!). Suspiro…y digo: déjame ver.

“Perra mentirosa”
es un libro de poesía escrito por Marta Sanz. Hasta el momento no conocía a la autora aunque más tarde descubriera que había escrito alguna novela y reconociera algún título como “Black, black, black”. Debo ser sincero y decir que no estoy acostumbrado a tratar con la poesía, menos a criticarla, pero me atreveré dado que se trata de algo especial.

“Perra mentirosa” es un volúmen que contiene un total de 35 poesías. Se ha publicado conjuntamente con “Hardcore”, de la misma autora y que se inicia al otro lado del libro. En esta reseña nos ceñiremos por completo a “Perra mentirosa”, sin más razón que la de haber comprobado que se trata de una obra completamente cerrada, de temática clara y concreta.

Marta Sanz consigue pasear al lector por paisajes muy internos y personales a través de una voz dura, fría y llena de autocrítica. A través de estos paisajes el carácter fuerte, descarado e incisivo de Marta Sanz nos introduce en temas que abarcan todo tipo de feminidad.

Sin acercarse al feminismo puro y duro más que en contadas ocasiones (tal vez las veces más explícitas son las referencias a artículos de limpieza), Sanz opta por dirigir sus miradas hacia la degeneración del cuerpo, sea la vejez, sea la enfermedad. Ésta juega un papel importante a lo largo del conjunto de la obra, siendo el caso más claro el del poema “En los sueños”, en el que la autora se refiere a un tumor del que es incapaz de reconocer como propio a pesar de esa calva que me ocupa la mitad del cráneo.

Y es que Sanz se enfrenta al tema de la enfermedad con cierto punto de frialdad, acercándose a un humor negro que nos lleva a la culpabilidad y a la angustia. Expone el cuerpo como algo principal, tal vez una forma de crítica a la sociedad del culto al cuerpo. Pero se introduce en el tema con cierto compromiso, alejándose de la crítica típica y tópica, para hablar del cuerpo como el “yo” más directo que se comunica con los demás.

De esta forma, abogando por la necesidad del cuerpo, se realza lo más intrínseco del ser humano, a saber, el miedo a la imperfección. Y al fin y al cabo, tan unidos van la carne y la imperfección.

Escogiendo flesh como la palabra perfecta para describir a la carne porque es blanda y es sensual y salpica al ser pronunciada (en el poema “Flesh”), Sanz nos enseña la dualidad inseparable y necesaria que comparten la carne con la imperfección. La carne, ya presentada como iniciadora del pecado en los arquetipos cristianos, es la vía a la enfermedad, la forma externa de la vejez y en definitiva, la más clara forma de vida (y, por lo tanto, degeneración).

Así pues, Sanz opta por abrazar lo imperfecto pues con la fealdad también se pueden tejer volutas metafóricas (del poema “No me importan”). Y pone de manifiesto dicho verso en su obra a través de poemas como “Y al final todo”, en que describe la presencia inseparable en la vida de lo más inferior en la escala de valores de la belleza:

la orina que perfuma el amarillo de tu pelo tan rubio/y del orificio que, imprevisiblemente,/ a la hora de la siesta,/ se pone a latir,/ se ensancha/ y deslizándose/ busca,/ arriba y abajo,/ desde el pelo del pubis al agujero del culo,/ su tierno pistilo.

En definitiva, la autora no deja de sacar a relucir sin la menor intención de causar polémica (lo cual sería craso error), todo aquello más desagradable y deleznable que, sin embargo, forma parte de nosotros. Y lo hace en pos de escribir poesía, convirtiendo la fealdad en belleza.

Y es aquí donde llegamos al quit del libro. Pues en definitiva, Sanz no hace más que hablar de la concepción literaria desde su punto de vista personal. Tanto es así como que aquello que nos inquieta, nos pone en situaciónes de ética dudosa, nos angustia…en definitiva nos atrae. Y es de eso de lo que habla cualquier autor. A través de la degeneración del cuerpo, Sanz intenta hablar de la capacidad (o incapacidad ) de convertir en arte la fealdad. Y es en este momento en que saca a relucir los términos de perra mentirosa en contraposición a la gata doméstica y amigable pero ser de naturaleza animal.

En esta nueva dualidad reside la metáfora que habla de la voz artística (la perra mentirosa) frente a la voz de la razón (la gata doméstica). La perra no hace más que dictar a la autora las mentiras bellas en las que residen las verdades felinas.

Así pues, la figura del gato, gran representante de la feminidad, se presenta aquí como el humano-lobo, animal que se contradice, jugando a ser el animal doméstico descubriéndose a la vez su faceta innata de animal salvaje.

La perra, insulto ampliamente adquirido en la actualidad y usado contra el género femenino, es el animal de mirada humana, capaz de adueñarse de los instintos más oscuros para metamorfosearlos en poesía. Y yo no escribiría ni una línea/si no fuera por la perra que me lame la mano, dice Sanz en “Y yo no escribiría” transformando en musa a la perra.

Y es desde esta perspectiva que entenderemos el poema con el que se inicia el volúmen, “Anoche soñé”, en el cual la voz de Sanz acoge las frases iniciales citadas en voz en off enla película de Hitchcock/ la obra de Du Maurier. A esta voz en off de la dobladora de Joane Fontain la llama “Perra mentirosa”, pues no deja de mostrar de forma perfecta la esencia de la ficción, de la palabra como belleza. Una frase anclada en la mitología del mundo del cine que se hace eco de la narrativa y que casi surge de la poesía. Pues nadie hablaría con la voz, tan cursi y comprensiva, del doblaje de Joan Fontaine que soñaba sueños extraños.

En la frase que la errata loca no deja de repetir alternándola con “Sí estuviste el año pasado en Marienbad”, Marta Sanz encuentra la esencia de la voz poética, la capacidad de convertir en sublime las experiencias más temibles y las inquietudes inherentes de la condición humana.

No hace falta decir que la errata loca tal vez sea la errata lúcida.

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