Ambigüedad
28/11/2009Publicado en Cultural, ABC
Picados suaves sobre el agua es el cuarto libro de poemas de Antonio Luis Ginés (Córdoba 1967). Con anterioridad había publicado Cuando duermen los vecinos (1995), Rutas exteriores (1998), galardonado con el IX Premio Nacional de Poesía Mariano Roldán, y Animales perdidos (2005); asimismo, aparece incluido en la antología colectiva Edad presente. Poesía cordobesa del siglo XXI (2004), preparada por Javier Lostalé. Su nuevo poemario supone un giro importante en su trayectoria y la madurez de su voz poética. El libro aparece dividió en tres secciones, cuyos epígrafes deconstruyen un título ya de por sí muy ambiguo («Picados», «Suaves», «Sobre el agua»), como ambiguos son –y, por lo tanto, no orientadores- los títulos de los poemas, formados, por lo general, por una sola palabra.
Precisamente, la ambigüedad del lenguaje y la realidad –con la incertidumbre y el desconcierto que ello trae consigo- es uno de los motivos centrales de este libro. Así vemos, por ejemplo, cómo unos mismos hechos o unos mismos signos provocan una doble lectura contrapuesta, tal y como se aprecia en el poema titulado «Rojos», donde esos gemidos amorosos que oyen los vecinos desde sus casas, al otro lado de la pared, pueden ser interpretados como gritos de placer o de dolor, según los casos. («Algún niño pregunta a su madre: ¿a quién le están haciendo daño?»). Y es que estos poemas nos hablan de un sujeto o una mirada instalada en la duda, la inquietud y la perplejidad.
Por otra parte, hay que señalar que Picados suaves sobre el agua está compuesto íntegramente por poemas en prosa, con la interesante particularidad de que la mayoría de ellos parece que se rompen, se diluyen o se fragmentan al final para ceder el paso a unos cuantos versos, a veces dispuestos de forma escalonada (valga como ejemplo: «pájaros en picados / suaves / sobre el agua»), dando lugar a un texto híbrido o a lo que podríamos llamar un poema en prosa de final quebrado. Esta forma resulta coherente con unos textos que nos muestran, entre otras cosas, la fragmentación del sujeto contemporáneo y el consiguiente desmoronamiento de la identidad. De ahí que, como dice la poeta Concha García en su esclarecedor prólogo (significativamente titulado «Las frías horas»), el poema acabe siendo «un apunte rápido, cogido al vuelo, de situaciones cotidianas que estallan en un momento de la existencia».
LUIS GARCÍA JAMBRINA