El Nobel Soyinka escribió parte de los poemas de "lanzadera en una cripta" mientras estuvo preso en la cárcel
11/01/2010Publicado en Noticias de Navarra
Adorno se preguntó si se podría escribir poesía después de Auschwitz. La respuesta parece afirmativa, ya que del dolor, la pérdida o del sufrimiento de seres encarcelados o torturados nacieron estremecedores poemas. Un ejemplo es el Nobel nigeriano Soyinka, cuya poesía se publica por primera vez en español. Lanzadera en una cripta, escrito en 1967, es el título del poemario en español del primer escritor africano galardonado con un Nobel que publica ahora Bartleby Editores, y que saldrá a la calle en edición bilingüe a finales de enero, con prólogo y traducción de Luis Ingelmo.
Y es que Wole Soyinka, de 75 años, en los años 60 fue encarcelado en su país dos veces, en 1965 y entre 1967 y 1969. Estos dos últimos años permaneció en régimen de incomunicación, acusado de alta traición por colaborar, tras la guerra civil, con los rebeldes de Biafra, algo insólito para alguien que ha dedicado su vida a la defensa de los derechos humanos y a la critica los regímenes autoritarios.
En este tiempo Soyinka escribió, como podía en pequeños papelillos y muchas veces en plena oscuridad, algunos de los versos más intensos, alguno de ellos pudieron traspasar los muros de forma clandestina, como Enterrado vivo y Flores para mi tierra, que forman parte de este libro, según aclara en la introducción Ingelmo. "Aquellos poemas ligeramente diferentes a los que acabarían integrados en Lanzadera de una cripta, se publicaron en una hoja de papel, semejante al pergamino... y bajo el título genérico de Poemas desde prisión. Y en el reverso de la hoja se facilitaba información sobre la inminente liberación del poeta y dramaturgo, además, y los créditos de publicación.
En estos poemas, y como luego haría en el resto del libro, Soyinka habla de esta experiencia en el encierro y de las personas con las que tuvo que tratar, "el sadismo de los carceleros, tipificado bajo tres modelos: el lagarto, el morboso y el mirón"; y sobre los informes manipulados "Comunicado:/Duerme bien, come bien. Sus doctores no aprecian/daños".
Ingelmo explica en el libro que Soyinka durante este periodo tuvo que hacer en la celda todo tipo de juegos mentales y geométricos para mantener viva la mente y fruto de este empeño escribió "rimas juguetonas e inesperadas que se pueden apreciar en ¡Oh raíces! : "El roce de una telaraña en la oscuridad aparece medido en sílabas".
Porque este autor, considerado uno de los intelectuales contemporáneos más destacados, comparado con los grandes innovadores del lenguaje narrativo, y con más de 20 títulos en su haber, ya dejó su testimonio en prosa sobre esta experiencia y con un lenguaje claramente autobiográfico en El hombre murió: Notas en la prisión, publicado en 1972.
En Lanzadera de una cripta, título que hace referencia al elemento que forma parte de un telar donde va el carrete y que el autor la sitúa en un cripta, como metáfora de una tumba, Soyinka, utiliza cuatro arquetipos: José, Hamlet, Gulliver y Ulises.
Soyinka los utiliza como modelos de supervivientes, modelos de viajeros que no llegan a su sitio. Cuatro figuras centrales y occidentales, y en este caso no africanas porque él utiliza indistintamente los mitos africanos y occidentales.
CARMEN SIGÜENZA