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Este libro es poesía pura porque nace de la necesidad, de esa terapia que consiste en aliviar el martirio mediante la escritura
30/08/2010Publicado en Blog Escrito en el viento
En Las Dos Torres, Theoden pronunciaba esta frase: Ningún padre debería enterrar a su hijo, tras el dolor por la pérdida de Boromir. Ningún padre debería, pero eso es lo que hizo la poeta norteamericana Mary Jo Bang cuando su hijo Michael murió de sobredosis, en junio de 2004, a los 37 años (una edad que me resulta familiar porque es la que yo mismo tengo ahora), y Mary, tras enterrarlo, dedicó un año a escribir una elegía, un homenaje al hijo desaparecido para exorcizar la culpa, la nostalgia y los demonios. Esa elegía se convirtió en un poemario galardonado con el National Book Critics Circle Award. Este libro es poesía pura porque nace de la necesidad, de esa terapia que consiste en aliviar el martirio mediante la escritura. Jaime Priede nos proporciona la clave de sus metáforas en el prólogo: Bulle el léxico por la carga de doble sentido. Surgen juegos fónicos en los lugares menos esperados. Todos conocemos el dolor de perder a alguien. Por ese motivo, además de por sus intensos poemas, el lector empatiza desde los primeros versos con la agonía y el tormento de la poeta.
JOSÉ ÁNGEL BARRUECO
En Las Dos Torres, Theoden pronunciaba esta frase: Ningún padre debería enterrar a su hijo, tras el dolor por la pérdida de Boromir. Ningún padre debería, pero eso es lo que hizo la poeta norteamericana Mary Jo Bang cuando su hijo Michael murió de sobredosis, en junio de 2004, a los 37 años (una edad que me resulta familiar porque es la que yo mismo tengo ahora), y Mary, tras enterrarlo, dedicó un año a escribir una elegía, un homenaje al hijo desaparecido para exorcizar la culpa, la nostalgia y los demonios. Esa elegía se convirtió en un poemario galardonado con el National Book Critics Circle Award. Este libro es poesía pura porque nace de la necesidad, de esa terapia que consiste en aliviar el martirio mediante la escritura. Jaime Priede nos proporciona la clave de sus metáforas en el prólogo: Bulle el léxico por la carga de doble sentido. Surgen juegos fónicos en los lugares menos esperados. Todos conocemos el dolor de perder a alguien. Por ese motivo, además de por sus intensos poemas, el lector empatiza desde los primeros versos con la agonía y el tormento de la poeta.
JOSÉ ÁNGEL BARRUECO