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Entrevista a Ana María Moix en el Diario de Mallorca 24/11/2010Publicado en Diario de Mallorca



´El único libro que ha triunfado en nuestro país es el de regalo´

Ana María Moix sigue comiendo poco, pero ya no va vestida de cortina. Manuel Vázquez Montalbán la describía así, con estampados de cretona, en el prólogo a la primera edición de las Baladas del dulce Jim, que hace cuarenta años se publicaron en Barcelona y que acaba de reeditar Bartleby con epílogo de Pilar Adón.

Moix se reía ayer recordando las ocurrencias del fallecido creador de Pepe Carvalho horas antes de presentar en Àgora –le acompañó el articulista de este diario Miguel Dalmau– el nuevo volumen que Castellet incluyó en su famosa antología de los novísimos. Y se liaba un cigarrillo antes de responder a las preguntas. En lugar de aire, coge humo. "Yo estaba en el jurado que le dio hace nada el Nacional de las Letras a Castellet y destaqué su capacidad aglutinadora de la cultura castellana, la catalana y las periféricas. Hoy en día no hay manera de entenderse porque el nivel cultural es en general bajísimo. Y en lugar de apelar al raciocinio, se recurre a los sentimientos de la gente para captar votos. Los políticos actuales no serían capaces de llevar a cabo ahora ni la Transición ni la Constitución. Por eso se lo dimos a Castellet, encarna los valores democráticos en la cultura". En plena campaña de las elecciones catalanas, Moix se queja de que ningún partido haya explicado su programa electoral. "Nadie ha dicho cómo va a crear empleo, es una vergüenza", lamenta. Pese a mostrar su disgusto por la política, votará al PSC. "Es lo que he hecho siempre. Respecto a Montilla, que haya ganado unas elecciones creo que es algo que sólo podía pasar en Cataluña y no en otras comunidades autónomas. Lo digo porque es de Córdoba, aunque criado en el Principado. No hay duda de que el eslogan de Jordi Pujol, és català qui viu i treballa a Catalunya, caló fuerte", sentencia.

Antes que escritora, Moix quería ser trapecista, o cupletista –su hermano Miguel quería ser compositor–, pero también estaba su hermano Ramón (Terenci), amante de las letras, que le decía a su hermana: "Nunca llegarás a ser buena escritora porque no estás comprometida". Terenci leía en los sesenta a Sartre o Simone de Beauvoir, hasta que los hermanos conocieron a Pere Gimferrer. "Era nuestra biblioteca ambulante. Nos traía libros a casa y nos preguntaba qué era lo que nos había gustado y lo que no. Él nos dijo que no nos creyéramos eso del compromiso, que lo importante era el lenguaje. Tenía razón", evoca.

Es un buen momento –la reedición de las Baladas cuarenta años después– para enfrentar a Moix a algunas de las afirmaciones vertidas en la Poética que precedía a los versos. "No hay diferencia entre libros y vida", advertía en el 69. En 2010 añade matices: "He aprendido más de los libros que de la vida. Ahora no. Pero no sé si eso es bueno. Para escribir supongo que sí. He leído cinco o seis veces Madame Bovary y aún no sé si es una pesada o si la entiendo. Cada vez que lo leo pienso algo distinto. Te aseguro que he tenido más trato con Emma que con mucha gente que quiero en la vida real".

La autora ha vuelto a la novela del siglo XIX ahora que su labor como editora se terminó al frente de la extinta Bruguera. "Se ha acabado leer manuscritos malos en casa. He releído Rojo y Negro y La cartuja de Parma de Stendhal. Me encanta la fuerza de los personajes. Una psiquiatra amiga mía me comentó que había aprendido más sobre la personalidad con la novela del siglo XIX que en la carrera", apunta.

Creyente en la inspiración al modo de Baudelaire – "si llega que me coja trabajando"–, considera que en la literatura siempre se vierten las obsesiones personales. "De mí dicen que soy pesimista, que todo me sale triste. Sobre todo los finales, que siempre acaban mal". La muerte y la creencia familiar en el más allá –el espiritismo que practicaba l´àvia Moix– la marcó a ella y a sus relatos. "Me acuerdo de la muerte de mi abuela en el pueblo. Yo tenía cinco años. No vi drama, pero entendí enseguida qué era la muerte". Una novela y una suerte de reportaje extenso sobre los problemas actuales "de la gente normal" –la educación, la crisis, el paro juvenil– son sus próximos proyectos editoriales.

M. ELENA VALLÉS

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