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La antología 'Poemas a la muerte' muestra la obra más oscura y nihilista de la poeta estadounidense 19/03/2010Publicado en Lainformacion.com



Las pocas personas que leyeron los poemas de Emily Dickinson en vida de la autora no supieron darle las respuestas adecuadas. Para un escritor que albergue grandes dudas sobre sí mismo, esto puede ser catatrófico. Dickinson ocultó su poética hasta su muerte en 1886 y fue gracias al trabajo de su hermana Vinnie que Emily se convirtió en una de las grandes voces de la literatura estadounidense.

Los lectores con los que Emily Dickinson se confesó no supieron darle una respuesta crítica, más allá del aliento ciego de sus cómplices o los consejos de aquellos que no la comprendieron y, en cambio, la instaron a realizar cambios en sus poemas para adecuarlos a la moda del momento.

Dickinson no les hizo caso. No cambió nada. Pero prefirió ocultarse del mundo.

"La suya es una poética del pensamiento, cuya valentía conduce a indagar en lo que literariamente no puede ser pensado o figurado", escribe Rubén Martín, traductor y antólogo de Poemas a la muerte (Bartleby Editores).

La muerte es el principal campo semántico de la poética de Emily Dickinson. A pesar de que es un tema eterno, recurrente y propio a cualquier poeta, en Dickinson no es ocasional sino capital. Ya que la poeta no publicó sus propios libros, los editores de hoy se ven forzados a construirlos a su propio criterio. Es el caso de este libro de Rubén Martín que selecciona los 155 poemas dedicados a la muerte de entre los más de 2.000 que componen su corpus.

"El libro evoluciona desde la inocencia a la cruda lucidez", dice el antologista. "Los poemas de Emily Dickinson en muchas ocasiones son como espirales, los temas están unidos y no se puede separar la muerte del amor, ni el amor de la soledad, ni la naturaleza de la muerte", explica Rubén Martín.

El musgo que nos alcanzó los labios
"Era una literatura muy anómala en su tiempo -aclara el traductor-, una anomalía salvaje". Comparado con "la poesía occidental de hoy en día" los hallazgos de Dickinson "no están muy lejos, después de las vanguardias y todo, de los lugares a los que ella llegará, tanto en el lenguaje y como en los temas".

"Ella destroza todos los lugares comunes", advierte su traductor. "Coge los tópicos y los convierte en algo muy diferente. Sus poemas entran rápidamente pero te hacen pensar ¿qué es esto?".

La traducción de Emily Dickinson es complicada pues existen tantas Dickinson como ediciones se han hecho. Para Rubén Martín, "es llamativo que los traductores hayan intentado suavizarla, corrigiendo la sintaxis, poniendo una puntuación más normal, pero esa es una peculiaridad de su obra que hay que respetar en la traducción". Y eso es lo que ha hecho de manera brillante el editor de Poemas a la muerte, ubicando su aportación ni en un extremo de la literalidad ni en el otro de la reinterpretación.

Rubén Martín comenzó traduciendo a Dickinson por mera afición en el año 2000: "tenía un poema que no me gustaba nada la traducción y para enseñarle a mis amigos lo increíble que es la poesía de Dickinson empecé a traducir algunos poemas". Eso le llevó a investigar cómo se habían realizado otras traducciones, tanto al castellano como a otros idiomas y, a partir de ahí, construir su propia traslación, olvidándose de cómo lo habían hecho los otros.

"Como traductor yo espero haber logrado respetar la intensidad del pensamiento de Dickinson, que a veces asombra por la lucidez que tiene, algo insólito en la literatura de su tiempo", admite Martín. Su otro objetivo es el "intentar recrear su intensidad" ya que el el lenguaje de la poeta "es especialmente intenso en algunos momentos del poema, sobre todo en los comienzos y en los finales".

Los lectores de una traducción siempre perderán algo, y jamás sabrán qué sentido es el que se deslizó del trasvase a otro idioma, en el caso de Emily Dicksinson, "en la traducción se pierde la forma de rimar, con sus asonancias tan sutiles o la intensidad del verso en cuanto a la ordenación de las palabras, si se traduce literalmente puede que ser pierda y uno tiene que recrearlo" analiza su traductor.

ELENA CABRERA

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